"Un buen amante se conducirá con elegancia tanto en la oscuridad como en cualquier otro momento. Se deslizará de la cama con una mirada de consternación. La mujer suplicándole: "Vete, amigo, está aclarando. Nadie debe verte aquí". El lanzará un hondo suspiro revelador de que la noche no ha sido suficientemente larga y que abandonar a su dama lo hace sufrir. Ya de pie, no se vestirá de inmediato, sino que acercándose a su amada, le susurrará todo lo que ha quedado sin decir durante la noche. Incluso ya vestido, se demorará ajustándose el cinturón con gestos lánguidos. Luego levantará la celosía y permanecerá con su dama de pie junto a la puerta, diciendo cuánto lamenta la llegada del día que los apartará, y huirá. Verlo partir en ese momento será para ella uno de sus más deliciosos recuerdos.
La elegancia de la despedida influye enormemente en el apego que tengamos por un caballero. Si salta de la cama, ronda por la habitación, se ajusta demasiado el cinto, se arremanga y se llena el pecho con sus pertenencias, asegurando enérgicamente su cinturón, comenzamos a odiarlo."
La elegancia de la despedida influye enormemente en el apego que tengamos por un caballero. Si salta de la cama, ronda por la habitación, se ajusta demasiado el cinto, se arremanga y se llena el pecho con sus pertenencias, asegurando enérgicamente su cinturón, comenzamos a odiarlo."
Sei Shonagon, escritora japonesa que vivió en el siglo X . Fragmento de "Cosas odiosas" perteneciente a su diario 'Makura no Sōshi ("El libro de la almohada").
Traducción realizada por Amalia Sato, a partir de la versión de Ivan Morris y lecturas de los originales en japonés.